La fábula del inventor solitario
¿Quién se inventó internet?
Para responder esta aparentemente simple pregunta hay básicamente dos opciones: pasarse horas explicando que cientos de personas e instituciones contribuyeron con avances cruciales a la forma en la que la web opera o sencillamente decir que fue Vint Cerf. O Leonard Kleinrock. O Tim Berners-Lee.
El tema se ha discutido durante décadas. Algunos dicen que los protocolos -TCP/IP- que diseñó Vint Cerf son la piedra fundamental. Otros alegan que el momento del nacimiento de internet fue la teoría de colas (el estudio matemático de las líneas de espera dentro de un sistema) de Leonard Kleinrock. Hay quienes se burlan de la idea de mezclar la red con internet al sugerir a Tim Berners-Lee como su padre.
La respuesta "correcta" de los exámenes escolares del futuro será determinada en los próximos 100 años y dependerá de cuál versión eligen los historiadores.
La verdad es que la historia, como la innovación, es desordenada. Lo que empieza como una idea para un producto o un servicio o una institución depende de miles de fuerzas evidentes y escondidas, reconocidas y extrañas, históricas y contemporáneas.
Al final, internet fue creada por miles de personas. Creerse una versión de la historia implica creer el mito del "inventor solitario": una tendencia a crear narrativas sencillas e incluso entretenidas pero que perjudica a las miles de personas que crearon el mundo moderno.
Un caso ejemplar
Quizás el caso más manifiesto de la perpetuación de ese mito es el del inventor serbio-estadounidense Nikola Telsa, el hombre que, se asevera, inventó todo: desde el radar hasta la radio, incluyendo el suministro de energía eléctrica doméstica.
El fanatismo que rodea a Tesla ha venido en crescendo, alimentado de películas, blogs y una iniciativa de alto perfil para fundar un museo dedicado a la memoria del legendario inventor.
El subproducto de este esfuerzo de reposicionar a Tesla en el canon científico ha sido la creación de muchos más mitos sobre el hombre, mitos que perjudican nuestra comprensión de la historia y de la historia de la innovación.
Considere un cómic publicado por el sitio web The Oatmeal, titulado "Por qué Nikola fue el geek más grande que ha vivido jamás" y compartido instantáneamente por miles de personas.
La historieta, creada por Matthew Inman, es una mirada entretenida a la vida de Tesla y muestra las muchas maneras en las que él era quizás más listo, más altruista y mejor ser humano que sus contemporáneos.
Sin embargo, a sólo un par de frases en el cómic, el mito empieza: "En el tiempo en el que la mayoría del mundo todavía estaba iluminado con velas, fue inventado un sistema eléctrico conocido como corriente alterna (CA) que hasta el día de hoy provee energía a todos los hogares del planeta. ¿A quién le debemos agradecer este invento que llevó a la humanidad a una segunda revolución industrial? Nikola Tesla".
El problema con esta versión de la historia es que Tesla no fue la única persona que trabajó con la tecnología CA. Simultáneamente, a mediados del siglo XIX, un inventor italiano llamado Galileo Ferraris desarrolló un sistema similar. Además, el inventor estadounidense Charles Bradley obtuvo patentes por su trabajo con sistemas bi y trifásicos. Friedrich Haselwander trabajó en CA en Alemania y a veces es acreditado con el primer uso del sistema trifásico en 1887. Los ingenieros británicos William Stanley y Elihu Thomson contribuyeron inmensamente al trabajo de la tecnología de AC en esa época. Y la lista sigue y sigue.
El desarrollo de Tesla de CA es indudablemente importante en la evolución de nuestro mundo eléctrico moderno. Pero pretender que él sólo inventó ese sistema es absurdo.
Lo mismo sucede con el radar. Decir que Tesla se inventó el radar es descontar la contribución del físico alemán Heinrich Hertz, el pionero de la telegrafía sin hilos Guglielmo Marconi y el inventor alemán Christian Hulsmeyer, quienes trabajaron en ello antes de Tesla. Además, le resta importancia a lo que Robert Watson Watt y muchos otros que refinaron el sistema hicieron después.
Lo mismo con la transmisión radial.
Los fanáticos de Tesla quizás interpreten mi argumento como si estuviera diciendo que él no merece reconocimiento por su vital trabajo, pero nada puede estar más lejos de la realidad.
Tesla hizo innumerables importantes contribuciones al mundo, pero no fue el único "inventor" de esas tecnologías. Mucha gente contribuyó en esas áreas antes y después de él.
La esencia de la innovación
Se puede pensar que discutir cuánto crédito merece un inventor del siglo XIX es esotérico e irrelevante. No obstante, el asunto de quién es el inventor de algo es importante. Tan importante que puede costar millones de dólares.
En abril de 2012, un juez en California le ordenó al gigante electrónico Samsung pagarle a Apple US$1.000 millones. La firma californiana había demandado a Samsung por copiar características únicas de su iPhone y iPad. Desde el primer veredicto, el monto de la multa se ha cortado a la mitad, pero la cuestión central se mantiene: ¿Quién se inventó el iPad?
En este caso, el proceso legal ofreció unos ejemplos fascinantes. Samsung, por ejemplo, citó una escena del clásico filme de Stanley Kubrick "2001: Odisea del espacio", que muestra a dos hombres viendo un canal de la BBC en aparatos que pueden ser interpretados como un iPad.
Samsung incluso citó esa escena en el tribunal como un arte anterior que invalidaría las patentes de Apple respecto a un aparato de visualización multimedia rectangular interactivo.
En 2011, el juez de este caso también se refirió a un video de 1994 producido por Knight Ridder en el que también aparecía un aparato parecido a un iPad.
Independientemente del resultado -que estuvo envuelto en los caprichos de la ley de patentes-, el caso resalta la esencia de la innovación.
Raramente ocurre en el aislamiento, sino más bien se vale de una extremadamente compleja mezcla de autores e ideas, con todos tomando algo de todos los demás.
Y yo creo que Tesla estaría de acuerdo.
"El científico no tiene por objeto un resultado inmediato", escribió el inventor en 1900. "No espera que sus ideas avanzadas sean fácilmente aceptadas. Su deber es sentar las bases para aquellos que están por venir, y señalar el camino".
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